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martes, 19 de octubre de 2010

Libreta de Notas. No salgas sin ella

Libreta de notas

Del mismo modo que para viajar por los océanos se requería, y aún se requiere, un diario que conservase el testimonio de los  eventos más importantes de la travesía, y así recuperar aquellos datos útiles o relevantes para otras ocasiones, en nuestro mundo, a lo largo de nuestra diaria jornada, resulta sumamente útil contar con una herramienta similar que nos permita recoger los encuentros, las impresiones, los datos que surgen sin avisar, y, sobre todo, aquellas ideas, a veces deslumbrantes o al menos ingeniosas, que "misteriosamente nos visitan".

Algunas de ellas podrían ser el principio de un proyecto lo suficientemente poderoso para transformar radical y positivamente nuestras vidas.



Casi no hay persona que no tenga la idea de un proyecto en mente: un negocio, un viaje, escribir un libro, etc., en resumen: emprender algo verdaderamente relevante" en sus vidas. Pero tristemente sólo una pequeñísima parte de ellos trasciende ese primer impulso y pone en marcha acciones concretas orientadas en alcanzar el objetivo.

Como lo he mencionado en otras ocasiones, todo proyecto, al implicar una suma de tareas,  necesita recoger aquellos datos importantes para su buen desarrollo. Las ideas, la lluvia de ideas que muchas veces llega sin avisar, precisa un recurso que impida perder tan valiosa información.

Una libreta de notas, un diario, una bitácora, es el recurso más económico, práctico, simple y rápido para no desperdiciar ese momento de "lucidez".

¿Pero qué me dices de un dispositivo movil? Un "smart phone", un "pda", un "ipad", o inclusive una notebook. ¿Serían igualmente útiles?

No lo creo. Siento que carecen de algo que las cosas simples muchas veces tienen; justamente eso: su simplicidad e inmediatez.

Hace algunos meses me dí cuenta de la rapidez con la cual podemos hacer alguna anotación en un libreta común y corriente, a diferencia del tiempo que implica hacerlo en un dispositivo electrónico.

Con la libreta sólo necesitamos abrirla, sacar la pluma y escribir. Si la guardamos en la bolsa interior del saco, por ejemplo, esto nos lleva alrededor de 3 segundos: sólo tres segundos para comenzar a escribir.

La comparé con una "Palm" que utilizo desde hace algunos años: me tomó 17 segundos comenzar a escribir. ¿Porqué tanto?

Las acciones que llevé a cabo fueron:

  • Extraerla de la bolsa interior del saco.

  • Extraer también la plumita que sirve para anotar sobre su pantalla táctil.

  • Abrirla.


(Hasta aquí son las mismas acciones que con la libreta normal)

  • Encenderla.

  • Escribir mi contraseña de seguridad.

  • Dirigirme al menú de aplicaciones.

  • Abrir la aplicación de "notas".

  • Dar click en el botón "nueva nota"


Sólo hasta ese momento pude comenzar a escribir.

Cualquiera diría: No son tan graves diez y siete segundos.

Lo interesante aquí es ¿cuánto tiempo permanece una buena idea en la cabeza antes de ser olvidada o de pasar a otra?

Quizá en esas condiciones, esos tres segundos resultarían claves.

Pero hay otras cosas interesantes por comentar.

Algo distinto sucede con la escritura a mano a diferencia de utilizar el "lapizito" de nuestro dispositivo electrónico. Son otros códigos y seguramente echan a andar otras funciones de nuestro cerebro.

Seguramente la escritura a mano conecta con algo más íntimo de nosotros y, además, de un modo más fluído, a diferencia del teclado o la pantalla táctil.

En nuestra escritura, con nuestro puño y letra, queda plasmado algo más profundo, esencial y permanente de nosotros mismos y no sólo caracteres legibles. Nuestra escritura transmite una frecuencia, una emoción: es nuestro sello. Y ese "sello", estoy seguro, queda "impreso" en el papel.

Por otra parte, los objetos comunes analógicos, es decir, no tecnológicos, aquellos que no requieren pilas o corriente, envejecen de otro modo: con nobleza. Y no suficiente con ello,  algunos llegan a convertirse en una compañía importante más adelante.

Además, un dispositivo tecnológico, que en algún momento estuvo de moda pero su paso fue fugaz, termina siendo muchas veces sólo un cacharro estorboso.

Una libreta de notas, una bitácora, es el diario registro de nuestra memoria y por tanto de todo  aquello de lo que está conformada.

Probablemente en el futuro convivan en nuestro escritorio y en nuestro portafolio un iPad con nuestra bitácora de navegación. Sería deseable, entre otras cosas porque cubren necesidades y afectos distintos.

La imagen que ilustra este artículo aparece bajo licencia Creative Commons.
Foto: Culture culte

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