Este error tiene la cualidad de ser el más popular y recurrente de todos los que se comenten al emprender.
Lo sorprendente es que, pese a todo, se continúa cometiendo e incluso por quienes lo hemos experimentado ya una vez.
¿Qué provoca semejante recurrencia?
¿Gusto por el fracaso?
¿Necedad?
¿Adicción?
No lo creo, estoy seguro que la razón principal es desconocimiento.
En un artículo anterior abordé la rentabilidad como una condición clave para emprender acertadamente.
En ese artículo también mencioné que una de las mayores dificultades para lograr esa rentabilidad consiste en entender las necesidades del mercado objetivo al que uno desea dirigirse.
La rentabilidad de un proyecto está conformada por muchas condicionantes, pero una fundamental es la existencia de una demanda.
Sin demanda no hay negocio.
¿En qué consiste entonces el error más común?
En comenzar por el producto y no por el mercado: es decir, desarrollar un producto que deseamos cubra una demanda pero de la cual no estamos seguros que exista.
La solución entonces es simple:
Desarrollar productos que el mercado demande, y sobre todo desee, y no productos basados en lo que suponemos necesita
El principal objetivo de todo aquel que emprende es vender exitosamente, sea un bien tangible, un servicio, o incluso una idea o una causa.
Si emprender tiene qué ver con proponer al mercado una propuesta que satisfaga la demanda de alguna solución, es crucial entonces entender primero cuáles son esas necesidades o problemas originales.
Y para entenderlo necesitamos un recurso que nos permita observar con gran detalle y escuchar de un modo objetivo esas necesidades; es decir, una herramienta para estudiar el mercado.
Y es ahí donde el blog adquiere una gran utilidad para el emprendedor.
El blog es como una gran lente de aumento
¿Cómo se logra esto?
Estableciendo, primero que nada, un canal de contacto con la gente, un medio para comunicarnos.
En varios artículos anteriores donde he hablado del uso inteligente que se le puede dar a un blog en un proyecto de negocio, enfatizo la importancia de esta comunicación que construye confianza, pues de otra forma es imposible formular preguntas y obtener respuestas.
A través de una comunicación constante, comprometida y sostenida las personas comienzan a preguntar sobre aquello que les es relevante, aquello que expresa sus necesidades.
De ese modo logramos observar el mercado objetivo para comprender claramente sus necesidades y desarrollar los productos que las cubran y no al revés.
De este modo las posibilidades de éxito son mucho mayores.
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