Creatividad y emprendimiento

Imaginar, idear, diseñar y llevar a la realidad un proyecto de empresa es en esencia un acto creativo: Se trata de hacer algo nuevo casi de la nada. Esa cualidad única del ser humano.

Crear algo que nunca ha existido. Modos y hábitos nuevos que una comunidad incorpora y que le ayudan a evolucionar.



A lo largo de su historia, los bienes que las sociedades consumen, emplean, implementan en sus vidas cotidianamente aparecieron porque alguien primeramente se atrevió a imaginarlas y desarrollarlas.

Ejemplos sobran: desde el hacha de pedernal, las sandalias, la vestimenta, las lanzas, las flechas, pasando por la rueda, el molino, la pólvora, la vela, las máquinas de todo tipo, hasta llegar a la pc, el teléfono movil, el ipad…etc.

En ese sentido el acto de emprender comienza con ese primer momento, donde la imaginación se despliega y piensa en escenarios posibles.

Pero el arte es también un acto creativo, entonces ¿dónde está la diferencia?

A lo mejor no existe algo tan claramente distinto en los dos, sin embargo emprender tiene su razón de ser en cubrir claramente necesidades muy variadas en la comunidad.

El arte también, pero el espectro del primero es mucho más amplio.

Los bienes que el emprendimiento crea puede cubrir desde las necesidades más básicas hasta, inclusive, las necesidades requeridas para que el mismo arte pueda cubrir esas necesidades a las que se orienta.

¿A qué viene todo esto?

Pienso que muchas veces se consideran equivalentes el interés por los negocios con el emprendimiento.

Pero siento que existe una diferencia de fondo, o algo así como un ángulo de acercamiento diferente.

Se puede tener un negocio pero no necesariamente tener un impulso emprendedor.

Poner una fuente de ingresos, por ejemplo, basada en un modelo de negocio probado no le quita ser un negocio.

Pero emprender un proyecto que eventualmente, aporte algo diferente, fresco, es decir, que innove el mercado, es un acto sumamente creativo.